Dios no esta enojado con nosotros, Él odia el pecado pero ama a Su creación. Cada día podemos respirar el aire que Dios nos provee. Dios nos formó a Su imagen y proveyó todo para que los primeros seres humanos vivieran de acuerdo a su diseño. Podemos verlo claramente en el libro de Génesis. Él creó el ambiente perfecto para que el hombre lo disfrutara. Pero también fue más allá de crear un lindo ambiente para el hombre y le permitió escoger entre lo bueno y malo.
En la película “Yo Robot” la misión de los robots es la de eliminar las guerras y contiendas entre los hombres pero estos llegan a la conclusión de que la única manera de hacerlo es tomando control del hombre. Hubiera sido muy fácil para Dios tomar la misma actitud pero El no desea que sus hijos le amen a la fuerza. Cuando el hombre peca en el huerto la Palabra dice que Adán y Eva se escondieron, porque no quisieron que Dios viera su condición. El pecado siempre nos separara de Dios y el enemigo siempre estará listo a la primera oportunidad que le demos para separarnos de Dios por completo.
Hay momentos en el cual nos sentiremos como si Dios estuviera enojado con nosotros, y el que quiere que tengamos esa idea es Satanás porque sabe por experiencia que si creemos que Dios está enojado con nosotros nos escondemos de Él y cortamos nuestra relación con Él.
Una de las razones por las que Dios envió a su hijo a la cruz fue para morir por nuestras rebeliones. El libro de Isaías 53:5 nos dice “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.”
El plan de Dios para nuestra vida es que vivamos en completa libertad. El sacrificio de la cruz no fue en vano para ti ni para mí. El sacrificio de la cruz fue y es suficiente para liberarnos de la esclavitud del pecado.
Dios sabia que al permitirle al hombre escoger, íbamos a cometer errores. Somos todos imperfectos y a todos nos cuesta dejar de pecar. Pero Dios nos dio a Jesús y también su ley parta que podamos evitar el pecado. La Biblia, el manual instructivo que nos dejó Dios para nuestras vidas tiene las respuestas necesarias. Y allí hay tres principios que diariamente puedes practicar para ser un vencedor.
Numero uno: cada día debemos renovar nuestra mente, y eso solo se puede hacer a través de la palabra. Romanos 12:2 “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” El mundo quiere controlar nuestra mente, pero Dios quiere transformar nuestra mente. Si el mundo controla nuestra mente somos conformistas, pero si Dios controla nuestra mente entonces seremos transformistas. La transformación empieza a través de nuestro tiempo invertido en la Palabra. Diariamente necesitamos pasar tiempo en la Palabra, escudriñando, y meditando en ella.
Numero dos: debemos llevar todo pensamiento a la perfecta obediencia de Cristo. 2 de Corintios 10:5 dice “Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.” No entretengas en tu mente los pensamientos que a diario te causan que peques. Cuando los pensamientos negativos lleguen a tu mente tomalos cautivos, y declara que los estas llevando a la perfecta obediencia de Cristo. Corre del ambiente que té esta haciendo pecar, cuando tu meta es correr hacia la justicia el pecado no te alcanzará.
Numero tres es el de darle cuentas a Dios acerca de nuestras acciones. Es importante confesar nuestro pecado a Dios y pedirle perdón diariamente. Dios esta dispuesto a perdonarnos y borrar el pecado de Su memoria. Recuerda que cuando Dios perdona nuestro pecado, elimina toda condenación de nuestra vida. La Palabra dice que ningún hombre es una isla, en otras palabras necesitamos amigos que caminen con nosotros. Debemos tener un amigo cercano al cual le podamos dar cuentas y que nos ayude a conquistar las áreas de debilidad de nuestra vida. No olvides que siempre tienes una oportunidad.